Lugares Patrimoniales de La Serena

viernes, 30 de noviembre de 2018

Profesor Raul Campos: Hay que afinar la ley de cementerios para valorar el patrimonio en ellos contenido


Entrevista a Raúl Campos Vega Profesor de Historia y Geografía por la Universidad de La Serena con una amplia trayectoria en la ejecución de proyectos de puesta en valor del patrimonio y programas de Educación Patrimonial de carácter intercultural en distintas comunidades del Valle del Elqui así como en San Pedro de Atacama. En el último tiempo ha gestionado el programa de visitas teatralizadas al Cementerio de La Serena configurando una oportunidad para reflexionar en cuanto a las metodologías que sirven para visibilizar estos espacios desde sus valores y atributos patrimoniales.
Raúl, cuéntanos ¿cómo fue tu primer acercamiento al mundo del patrimonio cultural y especialmente al religioso?
 No es difícil tener experiencias cercanas con el patrimonio religioso en una ciudad como La Serena, de hecho su Zona Típica es la que contiene más iglesias con declaratorias de Monumento Nacional, pero a pesar de esta condición el arzobispado o las parroquias no habían diseñado métodos o recursos que permitieran que los valores patrimoniales de las iglesias fueran conocidos por el ciudadano común. En esa línea podría decir que el primer acercamiento viene  de una animo investigativo que nace de la necesidad de poner en valor este rico patrimonio y  que posteriormente derivó en la creación de recorridos entre las mismas iglesias que permitieron dar a conocer el resultado de estas investigaciones, pudiendo transmitir tanto a vecinos como a turistas las características arquitectónicas, históricas, y el arte sacro que ellas contienen.

En general el Valle del Elqui se asocia como un destino turístico centrado en los valores del paisaje, la limpieza de sus cielos y la producción pisquera. Sabemos que dirigiste un proyecto que intentó relevar el valor patrimonial de las Iglesias del Valle ¿podrías contarnos acerca de ello y qué resultados obtuvieron?

Entre el año 2011 y 2015 en conjunto con la Parroquia San José de Algarrobito, que en esos años era administrada por el Padre Carlos Bolelli, realizamos un proyecto de puesta en valor del conjunto patrimonial de iglesias del Elqui que se materializó en la ejecución de la primera ruta patrimonial que recorre los templos de Algarrobito, Altovalsol, Las Rojas y El Molle, todas ellas dentro del conjunto patrimonial de iglesias rurales de la comuna de La Serena, a excepción de El Molle que depende de la municipalidad de Vicuña.
El objetivo fue poder visibilizar las necesidades de mantención y contribuir con recursos económicos para ello ya que las comunidades son muy limitadas en cuanto a sus posibilidades económicas y sabemos que las intervenciones restaurativas son muy costosas e imposibles de costear por ellas.
En cuanto a los resultados estos fueron muy positivo desde la perspectiva de la puesta en valor y en la capacitación que se le pudo dar a las personas responsables del cuidado de las iglesias. Además se logró dotar al Valle de Elqui de un nuevo atractivo turístico que apela a la identidad local. Lamentablemente estos proyectos dependen de los recursos otorgados por fondos concursables que de no ser adjudicados paralizan o limitan la acción.
Según lo que nos cuentas, estas iglesias se encuentran fuertemente arraigadas en sus comunidades. ¿Qué caracterizaría la religiosidad de estas comunidades?
La religiosidad de estas comunidades se caracteriza por una fuerte devoción a la virgen y en particular en su advocación de nuestra Señora de Andacollo lo que hace que participen activamente en la conformación de bailes religiosos, los que hoy en día son considerados patrimonio inmaterial de la humanidad por UNESCO. Participar en estos bailes se transforma para muchas familias en tradiciones que se transmiten entre generaciones lo que ha permitido que a pesar de los años el número de danzantes no decaiga sino que vaya en aumento. Otra característica es que las fiestas patronales se transforman en celebraciones que apelan a la identidad local del pueblo y donde terminan participando todos independiente de si se profesa la fe católica, esto demuestra que obedecen más a intereses locales que a la doctrina de una religión en particular, podemos decir que son instancias verdaderamente ecuménicas.
En ese marco, parece que un debate importante respecto del patrimonio arquitectónico y religioso es por qué el Estado debiera financiar obras de restauración de  iglesias que son en su totalidad privadas. ¿Cuál es la mirada que tienes al respecto?
Es correcto indicar que los templos desde lo legal son propiedad de la iglesia católica, sin embargo en la práctica son las comunidades las que finalmente actúan como propietarias y quienes asumen los gastos de su mantención, de hecho del universo total de intervenciones restaurativas que se realizan en iglesias en 90% son financiadas por la propia comunidad. Sin embargo creo que el Estado tiene una responsabilidad en aquellas iglesias que han sido declaradas Monumento Nacional, ya que más allá del reconocimiento no existe una política de subvención o financiamiento que permitan asegurar su conservación, lamentablemente aun las declaratorias no vienen con la asignación directa de recursos.
Otro punto importante es que la iglesia también debe considerar la apertura de sus espacios a cambio del financiamiento con recursos públicos, como podemos ver es posible generar alianzas entre la iglesia y el estado que permita el beneficio mutuo. A modo de ejemplo podemos mencionar el caso de la iglesia Santa Inés que en la actualidad funciona en La Serena como centro cultural financiado con fondos públicos y donde la iglesia ha firmado un comodato que le permitirá recuperar la propiedad del inmueble en un tiempo determinado.
 Por otra parte, has realizado una labor exitosa gestionando visitas teatralizadas al Cementerio de La Serena. ¿Cómo surgió esta iniciativa y   cuáles fueron los principales obstáculos o dificultades para gestionarla?
Las visit

as teatralizadas al cementerio de La Serena es un proyecto que ha financiado la Municipalidad de La Serena desde el año 2016 y que he tenido la suerte de ejecutar en conjunto con un grupo de destacados actores regionales.

Visitas teatralizadas en el cementerio de La Serena
Este proyecto nace en el año 2012 cuando presente la primera propuesta de visita y que originalmente estaba pensada para ser solo un recorrido guiado y con un enfoque patrimonial, posteriormente el municipio consideró que la presencia de actores representando a los distintos personajes que yacen en el cementerio ayudaría a que el recorrido fuera más didáctico y ameno.
Este proyecto no ha tenido grandes obstáculos, el enfoque patrimonial y su ejecución durante el día ha permitido que la gente tenga una recepción favorable y apoye su realización. Quizás donde más se manifiestan dificultades es en el ámbito de la investigación y la conservación ya que no existe aun dentro de los cementerios un área preocupada del cuidado de los elementos patrimoniales y que ayude a complementar el relato del recorrido. También es necesario reforzar las alianzas entre cementerios y generar una red nacional de cementerios patrimoniales donde podamos retroalimentar nuestras prácticas.
En general el patrimonio asociado a lo mortuorio  se encuentra escasamente desarrollado en nuestro país. A tu juicio ¿Qué oportunidades  abre a los municipios y gobiernos locales gestionar sus cementerios históricos desde la perspectiva del patrimonio? 
La valoración del patrimonio funerario en Chile y en el mundo es un fenómeno reciente, durante mucho tiempo había un tabú que supeditaba al cementerio a un lugar prácticamente intocable y asociado exclusivamente al dolor. Sin embargo a razón de múltiples declaraciones internacionales que han propuesto una visión patrimonial es que estos lugares han logrado revalorarse.
Hoy en día los cementerios que en su mayoría son administrados por municipios o parroquias se abren con oportunidades para el desarrollo de la identidad local. Las personas que se encuentran sepultadas en un cementerio fueron en su momento figuras importantes en la sociedad de los vivos por lo cual es posible mediante una visita conocer más de su aporte y obras en vida, otro elemento es que los cementerios albergan grandes obras artísticas inspiradas en la muerte que los transforman en verdaderos museos al aire libre. Como podemos ver el cementerio es un espacio muy rico para ser aprovechado por la ciudadanía para conocer más de su historia, así como una propuesta diferente a las que habitualmente ofrece la actividad turística y que económicamente puede ser aprovechada por los administradores para su mantención.
Imaginamos que en un comienzo se barajaron varias metodologías para poner en valor el cementerio. ¿Cómo llegan a la decisión de que las visitas teatralizadas eran la mejor opción y qué resultados les ha traído?
El teatro es una herramienta poderosísima para lograr la vinculación de las personas con su entorno, reconozco que la idea de incorporar actores no fue mía, como mencioné mi primera intención era la realización de un guiado lo cual hacia que la actividad se enfocara más a un público adulto y con una base cultural desarrollada.  El municipio consideró la posibilidad de incluir actores ya que esta estrategia había sido utilizada por otros cementerios para el desarrollo de rutas.
El teatro nos permitió ampliar la llegada a todas las edades haciendo de la visita una propuesta para toda la familia, hizo ademas más agradable la permanencia de las personas en estos lugares que tradicionalmente han estado asociados al dolor, y permitió que los artistas teatrales locales pudieran desarrollar su disciplina en un nuevo espacio.
Finalmente el resultado más destacable desde el punto de vista académico es cómo los actores crean a sus personajes a partir de una investigación histórica, esto es notable ya que estamos acostumbrados a saber de los próceres gracias a libros o documentales, sin embargo asesorar la personificación y crear un libreto para un actor  es una experiencia donde los historiadores no trabajan frecuentemente y que involucra la colaboración con un profesional distinto, en este caso un profesional del arte escénico. En lo personal ha sido una de las experiencias más fascinantes y por la cual les estoy tremendamente agradecido a las actrices y actores que han colaborado con este proyecto.
Alumnos que participaron de la actividad
A muchas personas aún puede sonarles un poco extraño que los cementerios se sumen como una oferta para el turista ¿qué puedes decirnos al respecto?
Indudablemente aún hay resistencia al uso de estos lugares con un afán económico, pero donde mayor oposición existe es al uso del espacio con una connotación paranormal o con la intención de perturbar la memoria de quienes han fallecido. En el caso del proyecto de visitas teatralizadas al cementerio de La Serena nunca hemos recibido alguna queja o malestar de parte de los vecinos o deudos ya que siempre el enfoque ha estado en la puesta en valor de los elementos patrimoniales y hemos procurado el máximo respeto por el lugar.

Es muy importante que este tipo de iniciativas tengan una base sólida que sustente su desarrollo, por esa razón nos hemos adherido a las sugerencias emanadas de la carta de Morelia de 2005 o la declaración de la Red Iberoamericana de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimoniales firmaba en el año 2010 en Paysandú referentes ambas al patrimonio en sitios funerarios o cementerios. Gracias a estos documentos logramos identificar tres elementos patrimoniales; primero, el cementerio y sus personajes vistos desde la perspectiva histórica, segundo el arte y la arquitectura funeraria y finalmente las tradiciones asociadas a la muerte. Con esta base pudimos definir lo que queríamos poner en valor y proyectar el recorrido desde la valoración patrimonial.
Para finalizar, ¿qué instrumentos de gestión pública debiesen mejorarse para fortalecer las iniciativas de puesta en valor del patrimonio funerario?
Hay que mejorar la vinculación entre cementerios que estén desarrollando propuestas patrimoniales, nos hace falta con urgencia una red de cementerios patrimoniales a nivel nacional que nos permita generar instancias de retroalimentación. Por otro lado hay que afinar tanto la ley de cementerios como la de monumentos nacionales de forma que nos permita reconocer el patrimonio dentro de los cementerios y actuar en función de su conservación, ya que hoy en día cada tumba es vista como una propiedad privada lo que hace muy difícil la intervención si no se cuenta con la autorización de la familia, lo cual se agrava cuando las tumbas son muy antiguas y no cuentan con deudos que las mantengan. Hay que hablar también de materias de seguridad ya que muchos camposantos o sitios arqueológicos son saqueados continuamente, muchas piezas artísticas han sido robadas desde cementerios sin que exista denuncia o investigación que dé cuenta de su paradero. Por ultimo nos falta tomar conciencia que en un país sísmico los cementerios también sufren daños a los que hay que buscar medios para su restauración.

jueves, 4 de enero de 2018

¿Por qué La Serena tiene tantas iglesias?


La ciudad de La Serena también es conocida como la ciudad de los campanarios, para muchos símbolo inequívoco de una sociedad colonial altamente religiosa e influida transversalmente por la autoridad de la iglesia católica, por esta razón la población habría invertido buena parte de sus recursos en la construcción de templos. Sin embargo esto puede ser una explicación muy reduccionista a la hora de explicar un fenómeno tan dinámico como el mismo progreso de la ciudad. En este artículo tratamos de responder como fue que La Serena se le llamó la ciudad de los campanarios.

Las Iglesias de La Serena

Las iglesias del casco histórico de la ciudad de La Serena son en total trece, cinco de ellas están construidas en piedra constituyendo los últimos vestigios originales del periodo colonial, ellas son La Merced, San Francisco, Santo Domingo y San Agustín. La Catedral de La Serena que también esta construida en piedra fue levantada a partir de 1844 por lo tanto es de origen republicano y junto a San Francisco y Santo Domingo son consideradas monumentos nacionales. A este reconocimiento se suma Santa Inés, San Juan de Dios y La capilla y el claustro de la casa de la Providencia lo que da un total de siete monumentos nacionales. Las otras iglesias de la zona típica son Santa Lucia, Nuestra Señora del Tránsito, el monasterio de las Carmelitas descalzas y las capillas de los colegios Sagrados Corazones y Salesianos. A este listado podrimos sumar aquellas que ya están desaparecidas como el caso de la capilla de los frailes Capuchinos instalados a los pies de la colina el Pino, la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús la cual fue demolida por los severos daños causados por el terremoto de 1997 y finalmente la iglesia primitiva de los frailes agustinos que se encontraba en la esquinas de las actúales calle Brasil y Matta, en la actualidad estos frailes ocupan el templo ubicado a un costado de la Recova el cual originalmente fue de los jesuitas y posteriormente a su expulsión en 1776 el cabildo traspaso los bienes a los agustinos.

Las Iglesias del periodo colonial

Iglesia de San Agustín
Para buscar la explicación a tan alto número de iglesias hay que remontarse al periodo de conquista e instalación de la iglesia en el territorio. Los primeros sacerdotes que llegaron a Chile venían acompañando a la hueste en calidad de capellanes, de hecho los primeros sacerdotes que vienen junto a Diego de Almagro y Pedro de Valdivia son de la orden Mercedaria, a ellos se les asigna la primera presencia religiosa de Chile siendo Rodrigo de Quiroga el benefactor de los frailes entregándoles el solar que hasta el día de hoy ocupan en la capital a escasas cuadras de la plaza de Armas. A ellos lentamente se les sumaron los Franciscanos y Dominicos quienes al igual que los Mercedarios comenzaron a padecer un problema de carácter administrativo ya que era muy difícil tomar decisiones que influían en la vida comunitaria como por ejemplo la administración de los bienes o el gobierno local, razón por la cual las discusiones se resolvían en la casa provincial de estas congregaciones la que para estos efectos se encontraba en Cuzco y la ciudad de los reyes, la actual Lima, por lo que una respuesta podría demorar meses e incluso años.

La solución a esta burocracia colonial se comenzó a vislumbrar en la medida que se fueron fundando ciudades donde instalar una casa conventual, de esta manera al existir un territorio con tres conventos activos era posible agruparlos en una provincia y de esta forma establecer un gobierno local evitando la intervención de la curia ubicada en la metrópolis virreinal. Por esa razón a los pocos años de fundada las ciudades de Concepción y La Serena las órdenes religiosas se apresuraron en levantar sus iglesias. Por otro lado desde la refundación de la ciudad de La Serena esta se encontraba en un territorio controlado por lo que no se corría el riesgo de levantamientos indígenas similares a los que ocurrían en las zonas de frontera en el sur del país, esto benefició la instalación de estas congregaciones en nuestra ciudad y a la rápida incorporación de estas en la vida social, como por ejemplo cobrando capellanías por la evangelización en las doctrinas y curatos del valle de Elqui, atendiendo a los españoles y enterrando a los primeros vecinos al interior de las primeras iglesias las que debieron ser de material muy modesto, principalmente de adobes y techos de totora, por cuanto en la región escaseaban maderas que permitieran la confección de las gruesas vigas necesarias para los techos y puertas, el punto de inflexión lo tendrá el asalto del pirata Bartolomé Sharp en 1680 quien incendio los templos transformándolos en ceniza, a partir de esta situación las iglesias comenzaran a ser levantadas en piedra para evitar tanto los incendios como para enfrentar la fuerte actividad sísmica de nuestro país.
Consideremos que cronistas de la época señalaban que durante gran parte del siglo XVIII La Serena contaba con más religiosos que vecinos, por lo que en las actas del cabildo quedo registrado el reclamo por las constantes ofrendas que debían hacer a las órdenes religiosas, para mantener las capellanías y otros servicios espirituales. Para esos tiempos coloniales la iglesia principal recibía el nombre de Matriz y ocupaba el mismo lugar que hoy tiene la catedral. Por otro lado las ermitas de Santa Inés y Santa Lucía habían surgido como pequeños oratorios instalados a las afuera de la villa, más parecidos a unas animitas que a las actuales iglesias de adobe que conocemos hoy en día.

Interior de la Iglesia de San Francisco
Como podemos ver durante el periodo colonial tenemos un lento proceso de instalación de cinco órdenes y una iglesia principal, además de pequeños oratorios levantados en la periferia que derivaron en las iglesias de adobe y podemos ordenar de la siguiente forma; La Matriz (catedral), La Merced, San Francisco, Santo Domingo, San Agustín (antigua iglesia de los Jesuitas, iglesia actual), San Agustín (Brasil esquina Matta), las ermitas de Santa Inés y Santa Lucia, la capilla de san Miguel de la Chimba (actual El Transito) y la del Hospital (actual San Juan de Dios).

Las Iglesias del periodo republicano

Catedral de La Serena
Una vez consolidada la independencia la región de Coquimbo experimentó un lento pero sostenido crecimiento económico resultante de la actividad minera, lo que motivo a muchos arquitectos  extranjeros a radicarse en la región para incorporar las técnicas constructivas que dieron como resultado no solo iglesias tan maravillosas como Santa Inés y San Juan de Dios, sino que también las casas con patios interiores que actualmente aún resisten al paso del tiempo. Este auge económico significó el desarrollo de nuevos barrios que también necesitaron de la atención espiritual, tal es el caso del sector conde actualmente se encuentran los liceos Gabriela Mistral y Gregorio Cordovez, lugar donde a mediados del siglo XIX se erigieron las capillas de las religiosas de La Providencia y de las Carmelitas Descalzas, asi como el Seminario Conciliar y los Sagrados Corazones. Esta situación constituye una segunda gran oleada constructiva de templos lo que terminó por reafirmar los campanarios en el paisaje serenense.

Interior de la Catedral de La Serena
Por otro lado este importante desarrollo minero sumado a los ideales liberales hizo surgir las obras de filantropía entre los acaudalados vecinos, tal es el caso de la célebre Juana Ross de Edwards quien financió la construcción del claustro de la religiosas de la Divina Providencia para establecer allí una casa de huérfanos. Otros benefactores contribuyeron a la construcción del monasterio de las Carmelitas Descalzas y la iglesia católica hizo lo suyo con la edificación del Seminario Conciliar y la construcción de la capilla que actualmente lleva el nombre de Santa Lucia, aunque es necesario indicar que la primitiva ermita de Santa Lucia se encontraba en la esquina de las actuales calles Cantournet e Infante, donde hoy está el gimnasio del Liceo Gregorio Cordovez.

Las ultimas iglesias

Curiosamente las últimas iglesias construidas son también las primeras en desaparecer. Los frailes Capuchinos que llegaron a La Serena en XXX construyeron su convento en el sector que hoy conocemos como barrio Capuchinos, frente a la actual rotonda de calle Juan Cisternas y Amunategui. La Iglesia fue demolida para dar paso a la población según el nuevo ordenamiento territorial propuesto por el Plan Serena. Por otro lado la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús fue una de las primeras construcciones de concreto, esta materialidad y el mal diseño arquitectónico le causaron severos daños después del terremoto de octubre de 1997. Finalmente una de las últimas levantadas fue el Santuario de María Auxiliadora perteneciente a la congregación Salesiana la cual fue consagrada en 1938.   

Iglesia de Santa Inés
Las iglesias de La Serena son un sello patrimonial indiscutido para nuestra ciudad ya que en ella está contenida buena parte de nuestra historia, es el reflejo de nuestro pasado colonial así como los vestigios evidentes del periodo de la bonanza minera del siglo XIX. Este mismo transcurrir en el tiempo diferenciándolo en dos periodos uno motivado por la administración eficiente de la vida comunitaria de las órdenes religiosas así como para agilizar su proceso de instalación e influencia en la vida social de la entonces Capitanía General de Chile durante el el periodo colonial, y un segundo periodo en el siglo XIX donde se reflejara la obra de arquitectos extranjeros y los recursos aportados por los vecinos más pudientes, demostrando asi un dinamico proceso que se verá beneficiado por la baja altura de nuestros edificios los que permiten ver por sobre las rojas techumbres de La Serena las esbeltas figuras de sus campanarios elemento fundamental de nuestra identidad actual.